Cuando doy alguna jornada técnica o taller sobre las metodologías al alcance de los técnicos de prevención de riesgos laborales y, más concretamente de los higienistas, destacamos los distintos tipos de mediciones, las metodologías simplificadas, la encuesta higiénica, etc., pero al final siempre me gusta destacar que tan importante como saber utilizar todas estas herramientas para solucionar los problemas en las empresas, hay que destacar el criterio profesional, la experiencia y la sagacidad del higienista, o sea, saber "hacer de detectives".
Ante la investigación, por ejemplo, de las causas de una enfermedad profesional o un efecto adverso determinado para la salud de un trabajador, hay que valorar muchos datos y factores, por supuesto hacer una completa encuesta higiénica, decidir la información necesaria a recabar, si se realizarán mediciones que nos puedan ser útiles para solucionar el caso, etc., pero siempre hay que tener la mente muy abierta y evitar que ciertas informaciones o formas de actuar nos puedan llevar a pistas falsas e incluso ideas preconcebidas nos pueden impedir llegar al fondo del problema y, por tanto, dejar de dar una adecuada solución.
Me gusta explicar un caso de un gran compañero y profesional, como ejemplo de la sagacidad y el empecinamiento en querer llegar al fondo del problema y solucionarlo.
A mi querido compañero le llamó una empresa química porque había un trabajador que cuando llegaba a su puesto de trabajo, casi de una forma inmediata sufría una serie de efectos adversos, enrojecimiento de cara y manos, con una irritación destacable.
Mi compañero fue a la empresa y vio que el trabajador después de entrar en el recinto de la fábrica y casi a la par de entrar en una zona de almacenamiento de productos químicos sufría los efectos antes descritos.
En el almacén, os podéis imaginar, había cientos de sustancias y mezclas, lo cual conllevaba un trabajo de análisis bastante laborioso para detectar aquellas sustancias que pudieran provocarle los mencionados efectos.
Además de pedir las fichas de datos de seguridad y demás información necesaria, los médicos que visitaron al afectado habían pedido pruebas de sensibilización. Mi compañero, antes de liarse más, decidió seguir al trabajador desde que entraba en la empresa y ver como trabajaba, acompañándolo en todo momento para detectar las posibles causas de los efectos.
Se pegó el madrugón, porque empezaba el turno a las 6 de la mañana, el trabajador fichó, pasó por el torno de control, y se dirigió hacia el almacén por una camino de una decena de metros que atravesaba un jardín. Iban analizando cada paso, todo lo que había alrededor y cada una de las acciones realizadas. Inmediatamente después de cruzar el jardín y justo antes de entrar en el almacén manifestó los efectos. La sagacidad de mi amigo higienista y quizá se haya perdido un gran detective, vio en el jardín unas plantas gramíneas. Se eliminaron y se acabó el problema.
Puede ser que sea un caso extremo y que también hubo una parte de suerte, pero si que es ilustrativo de la labor del higienista, realizar una completa encuesta higiénica, tener una mente abierta para no dejar de lado ningún factor y no dejarse llevar únicamente por la idea más evidente, como por ejemplo los productos químicos del almacén, una idea preconcebida que a parte de haber tenido que analizar cientos de fichas, quizá también se deberían haber realizado mediciones caras y largas o aplicar otras metodologías, pero que difícilmente ninguna de ellas hubiera dado con la solución.
Otra de las razones por las que es muy común contratar a detectives para empresas, es para investigar si determinados empleados están haciendo fraude a la misma al fingir una lesión laboral. Son muchos los casos de empleados que intentan estafar con informes ficticios con el fin de lograr la baja laboral, y continuar cobrando la nómina sin trabajar, o realizando trabajos en negro para terceros.
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