jueves, 4 de julio de 2013

LA HIGIENE INDUSTRIAL, ESA GRAN DESCONOCIDA ¿TE LA PRESENTO?

 
 Hace unos meses cuando escribí en el blog una entrada sobre higiene industrial, “Higienistas, hacer de detectives” me sorprendieron algunos comentarios donde se indicaba que era un campo un poco conocido.
 
 En algunas ocasiones también he tenido esa sensación cuando al acabar una acción formativa se ha acercado algún asistente indicando que le había servido la presentación para perder el miedo a la higiene u otros que ahora la entendían mejor o era más amigable. Aparte de la satisfacción por poder contribuir a acercar la higiene a empresas e interesados en la misma, debo decir que nunca he tenido esta sensación y este es un descubrimiento nuevo para mí. Supongo que la explicación es muy fácil, a veces nos alejamos de la realidad, cuando tienes la suerte de trabajar en el día a día en temas con los que disfrutas, profundizas y empiezas a tener algo de experiencia.
  
Estos hechos me hicieron pensar que podría intentar hacer más amigable la higiene, en especial agentes químicos, escribiendo mi opinión sobre mi forma de verla y actuar. Para poner ejemplos y hablar de mis experiencias, la mayoría estarán basadas en agentes químicos.
  
¿Cuál es el principal objetivo de la higiene industrial?

 A parte de definiciones académicas sobre la higiene industrial creo que lo principal es el objetivo de la misma, prevenir las enfermedades relacionadas con el trabajo (no hago referencia al concepto legal de enfermedad profesional ni el de relacionada con el trabajo, sino un término genérico para entendernos) u otros efectos adversos para la salud de los trabajadores causados por los agentes presentes en el puesto de trabajo, mediante la aplicación de medidas de gestión de riesgos.
  
¿Cuáles son las principales actividades de un higienista?
  
A esta pregunta la podríamos contestar con varias relacionadas con la exposición a agentes químicos, físicos y/o biológicos:
  •   ¿Quién realiza las evaluaciones de riesgos?
  • ¿Quién verifica la eficacia de las medidas preventivas, por ej. que una extracción localizada tenga una velocidad de captación adecuada para el contaminante y el proceso donde se aplica?
  • ¿Quién diseña las estrategias de medición de contaminantes y quién las realiza?
  • ¿Quién realiza un estudio de puesto de trabajo para ayudar a determinar si es una enfermedad profesional o hay riesgo para el embarazo o la lactancia?
  •  ¿Quién realiza un informe de recomendaciones para controlar los riesgos en las empresas?
  • ¿Quién investiga las causas de las enfermedades profesionales?
  • ¿Quién determina los equipos de protección personal a utilizar en un puesto de trabajo con exposición a contaminantes?
  • ¿Quién puede diseñar un procedimiento para trabajar de forma segura en espacios confinados donde se puedan generar contaminantes y riesgo de deficiencia de oxígeno?
  • ¿Quién puede realizar o colaborar en la redacción de las fichas de datos de seguridad, en el establecimiento de los escenarios de exposición, aplicación de métodos cuantitativos para estimar la exposición, etc.?
 Aunque no es una lista exhaustiva a la mayoría de las preguntas se puede contestar que puede intervenir y realizar la actividad en su totalidad o parcialmente, en colaboración con otros profesionales, el higienista industrial.
   
¿Qué necesita el higienista para realizar estas actividades? La metodología higiénica
 
Todas estas actividades se van a realizar, con pequeñas variaciones, siguiendo una metodología higiénica, que consiste en una serie de tareas sistemáticas que se llevan a cabo en varias etapas para llegar a conseguir nuestro objetivo en cada caso. Lo que van a tener en común dichas actividades, a parte de seguir la normativa legal, guías del INSHT, Normas UNE, etc. y disponer de los recursos necesarios, es el criterio profesional y el sentido común del técnico, apoyado en una serie de herramientas, en su cualificación y en su experiencia.
   
El sentido común
 
Muchas veces no lo tenemos en cuenta pero es la base que complementa a la formación y la experiencia, o quizá también se adquiera.
  
Por suerte, en la actualidad ya no se producen o es muy infrecuente, circunstancias que hace años viví en mi propia carne en varias empresas o bien, en las que trabajé, o a las que fui a actuar como higienista. Recuerdo una empresa en que varios trabajadores se bañaban en reactores donde se fabricaban colorantes azoicos, en este caso el marrón, para ponerse moreno de forma inmediata. Otro caso, en una fábrica de pinturas un trabajador que se tomaba “cubatas” de tetracloruro de carbono. En una empresa de pegamentos a la hora de la comida se formaba una cola de trabajadores que llevaban algo en las manos, se trataban de bocadillos y fiambreras que llevaban a calentar en el horno de curado de los adhesivos. Un último ejemplo, asistiendo a realizar un estudio en un puesto de trabajo de una empresa de cosmética, los trabajadores me indicaron que la zona más peligrosa era una determinada, a la que me acerqué y dichos trabajadores, muy “simpáticos ellos” activaron la salida de amoníaco en grandes cantidades por lo que os podréis imaginar que tuve que salir corriendo del lugar. Supongo que fue mi novatada higiénica.
   
Sea por falta de formación, información o sentido común, estos hechos que antes no eran puntuales, ahora es difícil que se produzcan.
  
Lo importante en la metodología higiénica
  
Aunque dentro de la metodología higiénica todas las fases tienen su importancia, bajo mi punto de vista, para poder luego desarrollar de forma eficaz las demás etapas, la identificación de los contaminantes y de las condiciones del puesto de trabajo es esencial, recabando toda la información de los mismos. También la llamamos encuesta higiénica. Sin una buena encuesta higiénica, realizada en profundidad, de forma rigurosa, basada en la observación del puesto de trabajo y sus condiciones, creo que no es posible realizar un buen estudio higiénico. Aquí aplicamos lo de “hacer de detectives”, una función esencial del higienista.
  
“El coco”. Las mediciones
  
La siguiente fase, dependiendo de la metodología utilizada, pero si usamos la clásica iría seguida por mediciones de contaminantes, la evaluación de los resultados y la aplicación de medidas de gestión de riesgos.
  
Si aplicamos el sentido común, el siguiente paso sería determinar las medidas preventivas para los riesgos más evidentes y fáciles de controlar o eliminar. En seguridad, si observamos una escalera de mano con varios peldaños rotos ¿aplicamos evaluaciones complejas, hacemos mediciones, o bien lo subsanamos directamente, reparándolos o comprando otra? Para aquellos riesgos que no son evidentes o que la implantación de las medidas preventivas tienen un coste elevado, normalmente se deberá justificar la inversión evaluando los posibles efectos adversos para la salud de los trabajadores, decidiendo las medidas a implantar y su prioridad.
  
¿Creéis, por ejemplo, que es necesario evaluar de forma compleja, realizar mediciones y gastar mucho dinero en un puesto de soldadura donde no exista extracción localizada? Recordar que en nuestras cocinas disponemos de campana extractora, con mayor o menor eficacia, para eliminar los “peligrosos” humos que se generan mientras cocinamos. En trabajos de soldadura se haga evaluación compleja o no todos los caminos nos llevan a la extracción localizada.
 
En este punto interviene la decisión sobre si se deben realizar mediciones. Aunque en nuestra normativa se indica que para evaluar los riesgos se deben realizar, también existen excepciones, cuando no hay valor límite establecido para valorar o no existe método de medición o análisis o cuando se garantiza la prevención y protección de los trabajadores por otros medios.
   
Quizá durante los años la interpretación “perversa” de la normativa nos ha llevado, creo que de forma equivocada, a que la tarea principal en higiene sea la medición, cuando claramente creo que es una herramienta más para apoyarnos a la hora de tomar las decisiones, pero no la única y no es imprescindible.
   
Sería “el coco” por el miedo a su supuesta complejidad lo que puede ser la causa de la “animadversión” hacia la higiene, cuando realmente el tener un criterio técnico profesional riguroso adecuado y adaptado a cada caso es lo realmente complejo. También puede ser el coco por las posibles consecuencias, si los resultados de las mediciones salen por encima del valor límite habrá que implantar medidas y gastar dinero, por debajo no, otra equivocación.
   
Ni que decir tiene el pánico que provoca en las empresas cuando dices que no se mide porque no hay valor límite para una determinada sustancia, cuando es lo más normal, los valores límite están establecidos para unas 1.000 sustancias y ¿cuántas sustancias existen en el mercado? Aquí parece que se acaba el mundo al no poder medir, parece que no se puede hacer nada, ni evaluar, ni aplicar medidas preventivas. Por supuesto si que se puede, pero por si no creen al higienista tenemos que documentar nuestras actuaciones sin realizar mediciones y, para ello, nos pueden ayudar las metodologías simplificadas.
   
La complejidad normalmente estará en el establecimiento de una buena estrategia de medición, que sea representativa. Aquí viene cuando hay higienistas que les gusta lucirse, dicho con cariño y respeto (creo que cada vez menos y salvo cuando sean casos complejos y justificados) y, en ocasiones, diseñan complejísimas estrategias de muestreo, con cálculos estadísticos difícilmente comprensibles, para llegar a las mismas conclusiones, o sea, las mismas medidas preventivas que realizando unas mediciones y estrategia menos complejas (o aplicando metodologías simplificadas) , que creo siempre se deben adaptar a las necesidades y al principio: máxima representatividad al menor coste.
   
La simplicidad
 
Actualmente tenemos la suerte de disponer de metodologías simplificadas (control banding) que nos permiten de una forma rápida evaluar los riesgos, en casos sencillos, decidir la necesidad de realizar mediciones y de una forma aproximada establecer en qué nivel de riesgo nos encontramos, sin depender de si existe valor límite. De esta manera ya sabemos qué tipo de medidas preventivas debemos implantar en función de dicho nivel de riesgo obtenido. No olvidar que el fin último es, en función del nivel de riesgo, determinar las medidas preventivas a implantar y su prioridad.
   
Considerar, entre otras, la ayuda de las metodologías simplificadas en caso de una empresa con varios centros y miles de sustancias. ¿Hay que medir todas, a qué coste? Las metodologías simplificadas nos pueden ayudar a seleccionar aquellas que se deben medir, reduciendo mucho su número y el coste y sin por ello poner la seguridad y la salud de los trabajadores en juego.
   
En la actualidad el uso de las metodologías simplificadas ha aumentado considerablemente tanto en PYMES como en empresas grandes, por su carácter práctico y por el ahorro de costes importante respecto a las mediciones. Se han dado casos en PYMES que, comparativamente, el coste de las mediciones era superior a la implantación de la medida preventiva.
  
Destacar que el nombre de metodología simplificada a lo mejor no es el más correcto, ya que no son tan simples, lo que quiero decir es que son rápidas y más baratas que las mediciones.
  
Esta simplificación requiere normalmente de un mayor conocimiento y esfuerzo hasta conseguirlo. Sin embargo es muy fácil complicar las actuaciones y las situaciones a las que nos enfrentamos.
  
Las mediciones hay que seguir haciéndolas cuando esté justificado por la complejidad del caso, para evaluar sustancias cancerigenas, mutagénicas y tóxicas para la reproducción, según indica la normativa, aunque curiosamente, en la mayoría de estos casos, al no existir una relación dosis-efecto, aunque estemos por debajo del valor límite no podremos concluir que no se va a producir algún tipo de estos efectos para la salud de los trabajadores expuestos.
   
Por tanto, con el uso de las metodologías simplificadas, las mediciones se aplican, principalmente, en la verificación de la eficacia de las medidas preventivas.
 
El REACH
  
También destacar que, actualmente, y a través de la normativa REACH, disponemos de una serie de herramientas para cuantificar la exposición, una serie de modelos empíricos como ART, Stoffenmanager, ECETOC TRA, para la vía respiratoria y otros, también para la vía dérmica.
  
Con la aplicación del REACH y la obligación de la confección de los Escenarios de Exposición por las empresas, en determinadas condiciones, puede influir en higiene y en la forma de afrontar los riesgos higiénicos por agentes químicos. ¿Cambiarán las funciones del higienista con el REACH y los Escenarios de Exposición? Es un tema de debate para otra entrada del blog y para que deis vuestras opiniones.
  
Las ayudas de las nuevas tecnologías
   
La tendencia es “simplificar” en la medida de lo posible la actuación higiénica con ayuda de las nuevas tecnologías, aplicaciones informáticas, apps, etc. Si hace muchos años cuando empezabas, con una formación limitada y falta de experiencia se aprendía afrontando los problemas higiénicos en la empresa “sin red de seguridad”, actualmente la formación en prevención, nivel intermedio y nivel superior en PRL, garantiza unos conocimientos mínimos aunque en mi opinión, poco práctica, pero que se puede complementar , al igual que la falta de experiencia, con múltiples ayudas de otros colegas o expertos a través de foros, blogs, , preguntas a moderadores de los foros o simplemente compartiendo experiencias con otros profesionales, por ej. portales de prevención, AEHI (Asociación Española de Higiene Industrial), Prevencionar, grupos de linkedin, etc.
   
La meta
 
 Como podemos observar, todas las consideraciones, discusiones, herramientas aplicadas, evaluaciones, metodologías simplificadas, etc. son distintas formas o complementarias de hacer higiene pero el objetivo final (meta) que es lo importante y lo que realmente es hacer prevención, es determinar las medidas de gestión de riesgos que se deben implantar en el puesto de trabajo para garantizar la seguridad y la salud de los trabajadores.
  
Para finalizar
  
Ni que decir tiene que la higiene es un tema apasionante, que muchos casos son muy complicados y a veces no llegas a alcanzar tus objetivos, pero ello te plantea retos que te hacen estar al día en todos estos temas, que no te puedes relajar pero para ello como hemos visto tenemos cada vez más medios que nos ayudan a aprender y compartir con otros higienistas nuestros problemas, retos y experiencias y colaborar cada vez más en el objetivo final, garantizar la salud de los trabajadores.
 
Tenemos por delante temas de gran complejidad y que nos tienen que motivar a trabajar de forma coordinada como la evaluación de los riesgos de las sustancias cancerígenas, la actuación ante trabajadores especialmente sensibles, los disruptores endocrinos, las nanopartículas, la evaluación de los efectos aditivos, los efectos de varias sustancias a bajas concentraciones, la evaluación de la exposición por vía dérmica (la gran olvidada), la aplicación de métodos empíricos cuantitativos para estimar la exposición, sustancias ototóxicas, efectos de los campos electromagnéticos, etc.
    
Buenas vacaciones a todos y a recargar pilas.
 
 
 
 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario